Ya que estamos en época de carnaval no podían faltar unas buenas
rosquillas, y si son las que hacía mi abuela, y luego mi tía, mejor que mejor.
Yo creo que en casi todas las casas se hacen ó hacían rosquillas, son de esos
postres de abuelas que seguramente se empiecen a perder porque la gente de nuestra
generación por falta de tiempo o de costumbre no las hacemos….y es una pena,
esas recetas de abuelas no hay que dejar de hacer, así que ahí va la de la mía.
No es una receta difícil de hacer, al contrario, lo único que lleva es un poco
de tiempo pero es un trabajo muy divertido eso de estar formando y friendo
rosquillas, si tenéis niños a vuestro alrededor dejarles que os ayuden a formar
rosquillas, se divertirán y luego tendrán más curiosidad por comerlas. Espero
que os gusten!
Yo usé tres huevos, como veréis
en las fotos pero os dejo la medida de 1 huevo con el que salen unas 12
rosquillas, si queréis hacer más, no tenéis más que multiplicar las cantidades.
- 1 Huevo
- 165gr. De harina
- 1 Medida de huevo de aceite de
oliva
- 1 Medida de huevo de azúcar
- 1 Medida de huevo de anís
- 1 Pellizco de sal (como 1/3 de
cucharilla)
- 1 Cucharadita de levadura
- Aceite de girasol para freír
*Usaremos para medir media cáscara de huevo, la que nos
haya salido más grande.
Elaboración:
En un bol amplio tamizamos la harina, hacemos un hueco en el centro como si
fuera un volcán y echamos el huevo con la sal.
Tomamos como referencia para medir los ingredientes la cáscara de huevo que
haya salido más grande.
Añadimos 1
medida de aceite de oliva, otra de anís y otra de azúcar al bol con la harina
el huevo y la sal. Por último, añadimos la levadura.
Con la mano, mezclamos bien todos los ingredientes y
amasamos hasta que queden bien integrados hasta lograr una masa que no se nos
pegue a las manos. Si vemos que la masa está todavía pegajosa podemos añadir un
poco más de harina.
Hacemos
una bola con la masa, la ponemos dentro de un bol y lo tapamos con un paño ó
con papel de transparente de cocina. Dejamos reposar como 1 hora en la nevera.
Transcurrido el tiempo de reposo, sacamos la masa de la
nevera y la dejamos unos 5/10 minutos a que se atempere. Vamos cogiendo porciones
como del tamaño de una pelota de pin pon, les damos forma redondeada como si fuéramos
a hacer albóndigas y luego hacemos unos churritos estirando la masa en la mesa,
juntamos los extremos y ya tendremos la rosquilla formada. Repetimos la
operación hasta terminar con toda la masa.
En cuanto al tamaño lo podéis hacer como queráis….más grandes, más pequeñas,
más finitas…a vuestro gusto! Lo único que tengáis en cuenta que a la hora de
freír siempre se os hincharan un poquito.
Ponemos
a calentar abundante aceite en una cazuela ó en una sartén que sea honda. El
aceite tiene que estar caliente pero no humeando. Vamos friendo las rosquillas
poco a poco sin echar muchas a la vez para que no se baje la temperatura del
aceite y para evitar que se peguen unas con otras.
Freimos
las rosquillas por ambos lados hasta que cojan un color doradito, las retiramos
a un plato donde habremos puesto papel absorbente.
Ya
sólo nos queda “rebozar” las rosquillas por azúcar y las tendremos listas para
comer!
Como
veis, hacer rosquillas no tiene ningún misterio…existen muchas recetas, ya
sabéis, cada maestrillo tiene su librillo…a mí me hace ilusión hacer la receta
original de mi abuela que luego pasó a ser de mi tía y ahora la hago yo
también. No me quedan tan ricas como a ellas pero aún así os aseguro de que
salen buenísimas!!!
Ya
podéis ir a poner un buen café ó chocolate para untar las rosquillas, no veo
mejor plan para una tarde fría y lluviosa de invierno….que aproveche!
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